Fuego en las Sombras: El
Estallido que Revela las Grietas del Hospital General de Cholula
San Andrés Cholula, Puebla, se
erige como un bastión de historia y modernidad en la zona metropolitana, con
sus pirámides ancestrales custodiando el bullicio de la vida cotidiana. Pero en
el corazón de esta conurbación, el Hospital General de Cholula —un coloso
blanco de concreto y acero, inaugurado con pompa en 2012 por el entonces
presidente Enrique Peña Nieto como emblema de la salud pública— se ha
convertido en un escenario de tensiones ocultas. El 15 de agosto de 2025, un
estruendo ensordecedor rompió la rutina en el primer piso del área de la
Central de Equipos y Esterilización (CEyE), donde una máquina esterilizadora de
instrumentos médicos explotó con la fuerza de un trueno contenido. El humo se
elevó como un presagio, dejando tras de sà no solo daños materiales, sino un
eco de denuncias que resuenan en los pasillos del nosocomio: negligencia,
corrupción y un sistema al borde del colapso.
Imaginemos la escena: es media
mañana en el ala técnica del hospital, donde el zumbido constante de las
autoclaves —esos gigantes metálicos que alcanzan temperaturas infernales de
hasta 120 grados Celsius para purificar bisturÃs, pinzas, endoscopios y jeringas—
marca el pulso de la vida quirúrgica. Un grupo de técnicos y enfermeras, con
batas blancas manchadas de vapor y sudor, opera la máquina número tres, una de
las tres que garantizan la esterilidad en procedimientos que salvan vidas
diariamente. De repente, un chasquido seco, seguido de una detonación que hace
vibrar las paredes. La puerta del aparato sale disparada como un proyectil,
impactando contra la cerámica blanca de la pared y astillándola en fragmentos
que caen como nieve sucia. El interior del equipo se calcina parcialmente, con
llamas lamiendo los bordes y un olor acre a metal quemado impregnando el aire.
No hay heridos graves esa vez, pero el susto colectivo es palpable: "¿Qué
pasarÃa si esto ocurre durante una cirugÃa?", susurran los testigos, con
el corazón latiendo al ritmo de la alarma que apenas se activa.
Los trabajadores, anónimos
guardianes de la salud en un hospital que atiende a más de 300 mil habitantes
de diez municipios circundantes —desde Coronango hasta Nealtican—, no tardan en
conectar los puntos. En conversaciones discretas con e-consulta, un colectivo
de médicos y personal administrativo apunta el dedo directamente al ingeniero
Armando González Flores, jefe de Servicios Generales. Contratado por la
SecretarÃa de Salud estatal, González Flores permanece en su puesto a pesar de
la transición del hospital al sistema IMSS-Bienestar en 2024, un cambio que
prometÃa eficiencia pero que, según los denunciantes, ha amplificado las
irregularidades. "Es él quien supervisa el mantenimiento, pero opta por
refacciones usadas y de baja calidad", relata uno de los afectados, con
voz entrecortada por la frustración. La máquina, vital para esterilizar todo
desde fórceps hasta cristalerÃa de laboratorio, falló presumiblemente por
piezas defectuosas instaladas en un intento de ahorrar costos, ignorando protocolos
que exigen componentes originales para soportar presiones extremas y ciclos de
vapor.
El incidente no termina con la
explosión inicial. Quince minutos después, mientras el equipo de Servicios
Generales llega para "reparar" el daño, un segundo incendio brota en
el mismo aparato, de menor escala pero igual de alarmante. La máquina es dada
de baja oficialmente, con una nota que culpa al "mal manejo del
personal". Pero los profesionales de la salud lo refutan con vehemencia:
"Es imposible. Cuenta con sistemas automáticos de seguridad: válvulas de
alivio que descargan el exceso de vapor y mecanismos que impiden abrirla hasta
que la presión interna iguale la ambiental", argumenta un técnico con años
de experiencia. En su lugar, señalan "malos manejos a la hora de
facturar" entre la empresa proveedora y González Flores, insinuando un
conflicto de interés que prioriza el bolsillo sobre la seguridad. Videos
compartidos en canales internos muestran el equipo chamuscado, la mamposterÃa
caÃda y un caos que podrÃa haber escalado a una tragedia mayor.
Y aquà radica otra grieta
expuesta por el fuego: los extintores. En el fragor del percance, el personal
médico corre hacia los rojos cilindros colgados en las paredes, solo para
descubrir que están caducados desde abril de 2025. Las etiquetas amarillentas,
con fechas vencidas hace meses, convierten en farsa lo que deberÃa ser un
salvavidas. "Gracias a Dios no fue un incendio mayor, porque no tenÃamos
con qué combatirlo", confiesa una enfermera, con los ojos vidriosos al
recordar el momento. Esta omisión viola flagrantemente la NOM-002-STPS-2010, la
norma oficial mexicana que establece requisitos para prevenir incendios en
centros de trabajo, incluyendo la obligatoriedad de extintores funcionales y
brigadas capacitadas. En un hospital donde cada segundo cuenta, esta
negligencia no es un descuido aislado, sino un sÃntoma de un mantenimiento
escaso que pone en jaque la vida de pacientes y trabajadores por igual.
Pero las sombras van más allá de
lo material. Los denunciantes extienden las acusaciones a los tratos inhumanos
bajo la gestión de González Flores. Un audio filtrado, grabado en un tono de
confrontación, captura al ingeniero increpando a una trabajadora con 20 años de
antigüedad. Ella solicitó una incapacidad por una caÃda que le causó problemas
de salud, pero él la acusa de "inventar una enfermedad", comparándolo
con "matar a alguien" o fingir la muerte de una abuela. "Tú a mÃ
me preocupas, por eso es que ayer yo tomé la decisión de que te diagnosticaran
de otra forma. Si estamos cayendo en fingir enfermedades, eso se castiga",
se escucha su voz autoritaria, un eco de abuso de poder que resuena en los
corredores. Esta no es una anécdota aislada; es parte de un patrón de
hostigamiento que ha llevado a varios empleados a cuestionar su permanencia en
un lugar donde la dedicación se ve recompensada con desconfianza y denegaciones
injustas.
El telón de fondo de esta crónica
de desatinos es la reciente turbulencia directiva. En abril de 2025, la
exdirectora Elizabeth Guadalupe Laug fue destituida tras protestas masivas del
personal médico, que bloquearon el Periférico Ecológico en marzo para exigir su
salida por abusos y negligencia. Fuentes internas revelan que, tras reuniones
con autoridades estatales, Laug dejó el cargo el 1 de abril, reemplazada por el
pediatra MartÃn Carrasco, proveniente del Hospital de Huejotzingo. "Ha
habido cambios; ahora hay un ambiente más tranquilo, con diálogo real",
comenta un sindicalizado del SNTSA. Sin embargo, el legado persiste: protestas
recurrentes por falta de insumos, medicamentos y condiciones precarias,
sumándose a una "cacerÃa de brujas" en traumatologÃa tras denuncias
de corrupción en IMSS-Bienestar. El hospital, que deberÃa ser un faro de
esperanza, se ha convertido en un campo de batalla donde la corrupción y el
abuso erosionan la confianza.
Bajo el sol implacable de
septiembre de 2025, los trabajadores del Hospital General de Cholula continúan
su labor heroica, esterilizando manualmente lo que pueden, apagando incendios
metafóricos con recursos improvisados. La explosión de la máquina no fue solo
un fallo técnico; fue el grito silenciado de un sistema al lÃmite, donde
refacciones baratas y extintores obsoletos simbolizan una mayor podredumbre.
Mientras los pacientes llegan con esperanzas frágiles, la pregunta flota en el
aire cargado de vapor: ¿cuánto tiempo más resistirá este coloso antes de que el
fuego lo consuma por completo? En Cholula, donde lo antiguo y lo nuevo
conviven, la salud pública clama por una renovación que no puede esperar más.
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